Jan 30, 2012
Villa Alegre
Jan 25, 2012
Orden e importancia
Jul 21, 2011
De géneros, genéricos y generales.
Jul 19, 2011
Hairspray. Vinotinto.
En realidad, si vamos a cuentos de hadas, el equipo de Venezuela no es ni remotamente Cenicienta. Cenicienta nació en cuna de oro y su justo puesto en la sociedad le fue arrebatado por su malvada madrastra y las envidiosas, además de feas, hermanastras. Sin embargo, Cenicienta era bella y educada, sólo necesitaba un hada madrina que le presentara a su príncipe para triunfar (con detallitos como zapatillas de cristal para darle dramatismo, claro).
Ese nunca fue el caso de la Vinotinto.
Nuestra selección de fútbol siempre fue más, en mi opinión, esa niña impopular durante toda la primaria y parte de la secundaria. Algo torpe. Con maestros que no la ayudaban porque no habían descubierto que podía tener potencial. De un día para otro, se dieron cuenta de que era mucho mejor de lo que creían al principio y comenzaron a invitarla a fiestas organizadas por los más populares donde hasta bailaba toda la noche.
Hasta que, como en Hairspray, a la gordita impopular, que pasó años practicando, le tocó medirse con las chicas más bellas y exitosas, que nunca vieron a (Tracy) Venezuela como competencia real y, oh sorpresa, en el baile que las llevaría a la fama, hasta bailó mejor y ganó. Por supuesto, las triunfadoras de siempre se quejaron de la disminución de categoría del evento, pusieron a opinar a sus madres, expertas en belleza, danza y esas lides y prometieron afilar sus garras para las próximas justas (que sólo lo serían si volvían a reinar ellas, claro).
Pero, como le pasó a Tracy Turnblad, las victorias no le llegan a la selección por su cara bonita y, si se descuidan, pueden volver a quedarse olvidadas al fondo del salón.
Feb 18, 2011
Tolerancia cero. Literalmente.
Detesto la "tolerancia". Me parece asumir una posición cómoda que no compromete tu actitud ante comportamientos o situaciones que, o no entiendes o no te da la gana de aceptar. Sí, sé que mi afirmación es bastante intolerante, pero decidí que no toleraré más nada: lo aceptaré.
"My Princess Boy" es el título del libro que tuve la suerte de conocer, por su autora, uno de esos días que mis hijos me arrastran a ver el "choo-choo" en la librería.
La escritora, mamá del protagonista, narra cómo a su hijo menor, en lugar de gustarle vestir ropa "de varón", prefiere los tutús, faldas vaporosas, bisutería y accesorios escarchados y de qué manera ella acepta a su hijo y busca que todos, seamos madres, padres, compañeros de colegio o de trabajo de alguien que no se comporta de la misma manera que nosotros, los aceptemos como son.
En una de las partes del libro, ella narra cómo uno de sus compañeros de clase, al verlo en vestido, le preguntó " ¿eso es una falda?", y él respondió "sí" y, en seguida, fueron a jugar a su cuarto. Para mí, aceptación no significa ignorar lo que pasa como si no existiera, sino reconocer que hay diferencias y que ser diferente no es ni malo ni un motivo de exclusión.
Cuando mi hijo mayor tenía 4 años, mientras esperaba para ser atendido en el pediatra, se le acercó a una muchacha que pesaba aproximadamente 200 kilos y le preguntó "¿Por qué tú eres tan gorda"? (por supuesto yo rezaba por un tsunami que me barriera de ahí). Ella, le sonrió y le dijo "porque me gusta mucho comer", y comenzaron a hablar, pintar y hacer más llevaderas las 2 horas de espera. Me di cuenta de que mi hijo no estaba emitiendo un juicio de valor al preguntarle por qué era así, sólo tenía curiosidad. Ser gordo o flaco, para él, no es ni bueno ni malo, sólo vio que la muchacha era distinta y pregunto: eso es aceptar, para mí. Tolerancia se llaman esas personas que ven lo que pasa de reojo. compadecen al "afectado" y hablan de su "desgracia" a su espalda, exaltando sus propias virtudes al creer que no decir nada lo hizo sentir mejor.
Fui criada para ignorar las diferencias. Podía ver a un señor con medio cerebro afuera y no emitir ni un mínimo comentario ni dejar que mi mirada traicionara mi extrañeza, eso era lo que, en mi época infantil, llamaban educación. Demostrar curiosidad ante las personas distintas estaba prohibido.
La generación de mi hijo la tiene más fácil y, a la vez, más difícil. Tienen que ser más sabios, no pueden sólo tolerar las diferencias, tienen que reconocerlas, aceptarlas y vivir con ellas. Por eso trato siempre de decirles: no quiero que toleres a nadie, eso no basta: acéptalos como son y aprecia todas las diferencias que hacen del mundo en que vives un lugar mágico y especial.
Jan 30, 2011
El verdadero post "Amansafollowers"
Últimamente se ha vuelto popular entre los "Social Media Experts" dar razones y fórmulas mágicas por las cuales tendrás más seguidores en Twitter, lo cual no puedo evitar que me recuerde a las portadas de Cosmopolitan prometiendo amores fáciles y eternos. Hasta leí que venden por e-bay cuentas según el número de seguidores ¿será por eso el auge del follounoporuno ése?
Sin embargo, esos inspirados posts "amansafollowers" me hicieron pensar en lo contrario: ¿por qué dejo de seguir, sin pensarlo, a alguien en Twitter, y éstas fueron las razones, totalmente personales.
-haces publicidad mala e invasiva (aconsejo consultar "Under the Radar").
-eres racista
-insultas mujeres (aunque no las conozca).
-haces comentarios homofóbicos
-sólo tuiteas feeds
-te crees periódico
-usas Twitter para hacerte publicidad (entiéndase buscar novio-a)
-tuiteas pornografía
-RTeas pornografía
-Dices lo mismo muchas veces (auto copy-paste)
-Autolisonja ("qué bello soy" "qué bueno soy en lo que hago" "soy millonario y uds. no")
-Copias tweets (míos o ajenos)
-Protagonizas una mala novela twittera, que incluye chismes, dimesydiretes y yonofuises.
-Te malpegas con algo o contra algo.
-Mandas spam por DM a estas alturas.
Sé que nadie debería dejar de escribir un tweet por miedo a perder seguidores, pero tu libertad de expresión termina donde comienza mi tl.
Aunque a veces tengo que limpiar mi lista de seguidos porque no me alcanza el tiempo ni tengo el span (¿o spam?) de atención necesario para leerlos a todos, siempre dejo abierta la posibilidad de seguirlos de nuevo, a menos que hayan cometido los "pecados" anteriores.